Amor hermafrodita

Archivo General de la Nación, (Bogotá). Sección: Colonia. Fondo: Juicios criminales. Legajo: 96. Folios: 217r – 226v.

 

El 18 de octubre de 1803, en Suesca, Cundinamarca, llegó  al despacho del juez Bernardo Sierra una mujer de cuarenta y tantos años, vestida de luto y con el rostro cubierto por un velo negro, a confesar ante la ley un asunto que la tenía inquieta. Se identificó como Juana María Martínez, vecina del lugar, y al punto reveló que hacía más de un año, cuatro meses después de haber muerto su marido, se encontraba viviendo en “mal estado” con su sirvienta, Martina Parra. El juez Bernardo Sierra, asombrado, preguntó por qué motivo “andaba mal” con ella siendo también mujer. Yo imagino que Juana María Martínez se sonrojó bajo el velo, pues respondió que Martina Parra no era sólo mujer, sino también varón: era un hermafrodita.

El juez no supo cómo resolver semejante caso más que remitiéndolo al corregidor de Zipaquirá, bajo cuyo cargo se encontraba la feligresía de Suesca, y, como es usual en el ejercicio de la ley, el caso se fue remitiendo a estadios superiores hasta que llegó la Martina presa a Santafé y fue recluida en el equivalente colonial de la cárcel el “Buen Pastor”, en una celda aparte, así las otras mujeres no podrían hacerle daño. Allí la invitaron a tomar asiento varias semanas mientras esperaba a que la examinaran unos médicos para determinar con su ojo clínico si la Parra tenía órgano masculino o no. En este punto, el expediente relata que alguien entre las autoridades recordó el caso de una mujer que había ingeniado un aparato para simular el miembro varonil y cometer pecado con otras mujeres. Esta asociación, aunque sugestiva, fue inútil para aclarar la naturaleza anormal de la Parra. Mientras se establecía el concepto de los doctores, Juana María Martínez ofreció una declaración más completa, y pudieron conocerse los pormenores de esta insólita historia.

La chicha es una bebida contra la que se han alzado, proporcionalmente, casi tantos hombres públicos colombianos como hombres populares que han alzado totumas. Se dice que despierta la lujuria, la desvergüenza y la locura, que ha conducido a la ruina y a la miseria a civilizaciones enteras, y que fue un obsequio engañoso otorgado por Satanás a los indios que le servían en épocas precolombinas. Creo que todo esto es suficiente para que comience a despertar nuestra simpatía. Fue esta misma bebida, según el relato de Juana María Martínez, la que tomaron ella y Martina Parra en Nemocón durante un viaje que realizaron para vender leña. La Martínez, a medio camino entre Nemocón y Suesca, aturullada por la borrachera, incapaz de mantener el paso recto y medio vencida por el sueño dijo que quería descansar al otro lado del monte que cruzaban. Juana María se recostó boca arriba sobre el pasto, apoyó la cabeza en sus brazos, estiró una pierna y encogió la otra, de manera que la falda cayó, dejando uno de sus muslos discretamente expuesto.

En Martina Parra, en cambio, la chicha despertó un efecto deliciosamente perturbador. La embriaguez es un potente afrodisíaco, pero no lo es más que el espiar un sueño ajeno. Y si mezclamos ambos, obtenemos una bomba de tiempo. Eventualmente Martina no pudo contener más su ardor y procedió a levantarle las naguas a la mujer durmiente. Ésta despertó sobresaltada y le preguntó qué hacía. Entonces supongo que Martina Parra debió haber respondido:

– Shhh.-, y al punto debió haber satisfecho su Venus más que su difunto marido, pues la declarante confesó que desde esa tarde vivió en “mal estado” con ella. El hecho de que Martina Parra trabajase para Juana María probablemente dio para que montaran en carne propia las más exquisitas fantasías de dominación y servilismo que puedan imaginar dos libidos femeninas.

Entretanto, finalmente se emitió la opinión de los médicos. Estos declararon ante juez público que la Martina Parra había sido examinada y que no habían descubierto ningún miembro de varón en su cuerpo; que todos eran de mujer. Sin embargo, los sabios también determinaron lo siguiente, (este fragmento es una hermosa pieza de medicina católica): “en las mugeres [sic] se halla una partecilla semejante a la glande o miembro viril, inherente o pegado debajo de la comisura o unión de los labios mayores llamada Clitoris, la qual adquiere longitud y duresa [sic] según la edad y la concupiscencia; y que algunas según refieren autores anatómicos y chirúrgicos han abusado por este medio tanto de la venus, que han dado ocasión al vulgo para creer las fabulas de hembras convertidas en varones”. Esto, claramente, debilitó la credibilidad del testimonio de Juana María Martínez. Pero lo que acabó por derrumbarlo fue la declaración tomada a Martina Parra casi tres meses después de su arresto, (demos los debidos honores al sistema jurídico colombiano).    

            Este final me acordó a los de Scooby-Doo, en que llevamos media hora aterrorizados por un monstruo infernal sólo para descubrir en la última escena, cuando es desenmascarado, que el inefable demonio Baaz-Ffragh no era más que el sujeto harapiento que lavaba los baños en el parque de diversiones “embrujado”. Caso resuelto. Y esto porque Martina Parra dijo que en el viaje a Nemocón las había acompañado una amiga de la Parra, cosa que esta misma amiga confirmó bajo juramento. Asimismo, dijo que nunca había vivido en “mal estado” con la Martínez y que nunca se veían a solas, siempre en compañía. Cuando se le preguntó si Juana María Martínez tendría algún motivo de odio hacia ella, la declarante reveló que la Martínez tenía una deuda de diez pesos con ella.

            Así que las autoridades de Santafé dejaron a Martina Parra en libertad, dictaron que Juana María Martínez había rendido falso testimonio, pero concluyeron su apreciación advirtiendo que era imposible asegurar que las partes no hubieran cometido pecado entre ellas, que esto debía investigarse y que de ser confirmado debía castigarse con el rigor impuesto por la ley. Al recibir estas recomendaciones, los alcaldes de Zipaquirá y Suesca prefirieron encarcelar a Juana María Martínez dos meses y no hacer más preguntas. Yo los entiendo porque fui profesor de colegio. Hay cosas en las que uno prefiere no indagar.

 

 

Published in: on diciembre 14, 2006 at 6:15 am  Comments (3)  

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3 comentariosDeja un comentario

  1. todavia no se cómo logra mantenerlo a uno pegado a una pantalla de computador sin parpadear y con la boca seca a lo largo de dos casi tres paginas de emocionante historia nacional. pero no se que tan conveniente sea indagar al respecto.
    Muchas gracias por el entretenimiento

  2. […] ¡En fin! que mis chicas de 1802 me dejaron pensando en las tantas del siglo XXI que por cada paso dado tienen que retroceder diez para  que las entiendan. Si le interesa la historia de Juana María y Martina y otras anécdotas históricas igual de apasionantes, le recomiendo este blog: Vitae dissolutae […]

  3. Deseo contactarme con personas hermafroditas, con fines serios, favor escríbanme, gracias


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